domingo, 19 de abril de 2009

La ruta de la pizarra, una de cal y otra de arena I



El pico totalmente nevado del fondo, es el Pico del Lobo, la cima más alta del macizo de Ayllón, y curiosamente, de toda Castilla-La Mancha. Se adivina Bocígano, que queda aislado en días de nevada, ya que es final de carretera



Como algunos sabéis, me gusta ir en bici pero si bien sueño con hacer algún largo viaje sobre dos ruedas y con la casa a cuestas, nunca he pasado de la excursión en el día.

Siempre me ha fascinado la zona que llaman de la Arquitectura Negra o de los Pueblos Negros, así llamados al estar artesanamente construidos de pizarra, es decir el despoblado y olvidado Macizo de Ayllón, y que así siga.

Todo empezó hace unos pocos años, cuando mis padres me hablaron de unos pueblos abandonados en las laderas próximas al embalse del Vado. Edu y yo -por aquella época con todo el tiempo libre del mundo- nos fuimos para allá un día de diario de febrero, me acuerdo perfectamente. Para no escatimar, subimos en su coche, que no tendría ni un mes, y para no seguir escatimando, fuimos para arriba por una pista forestal. La nieve que apareció, la gasolina y la cobertura que desaparecían añadieron emoción al día, pero al final no pasó nada. Nos quedamos con la imagen de un pueblo abandonado, La Vereda, con las mismas casas y muros que hacia 1950, cuando fue expropiado para la construcción de la presa que formaría el embalse. También me quedé con los caminos que serpenteaban por los barrancos y con esos pueblos aislados por la Sierra de la Puebla a un lado y por el barranco del Jarama y el embalse al otro.




Embalse del Atazar, con el pueblo y la sierra de la Puebla al fondo.



Este año he hecho un par de excursiones por la comarca serrana guiado por Antonio, un enamorado de la zona. Y también recorrí con Paco los alrededores del Atazar, probando el Clio Williams por las solitarias carreteras de montaña. En todos esos días siempre miro a lo lejos, y al ver esa gran extensión de montañas pétreas y grises por todos lados, y algún que otro pueblo en medio de la nada, descubro que tengo ganas de conocer más.



En el vertice geodésico de la Peña Cabeza de Viejo, en las estribaciones del macizo.



Al lío, que llegaba el puente de San José y no tenía plan, así que sobre la marcha pensé que me iba a ir solo con la bici a ver esos pueblos.

El martes 17 por la tarde fui a Madrid y me compré el mapa de “Sierras de Ayllón y Ocejón” en la Tienda Verde, y en Ciclos Delicias un transportín y unas alforjas Ortlieb, el Rolex de las alforjas según los entendidos en el cicloturismo, y doy fe que lo son, si superaron este viaje superarán cualquiera como veremos más tarde.



La bici en un paraje entre Retiendas y Tamajón.



Dejé el montaje de la bici, cómo no, para la noche de antes, así que me dieron las de Sabina limpiando y engrasando la cadena, cambiando las cubiertas, poniendo el transportín y las alforjas, y poniendo el cuentakilómetros (que más tarde perdería, entre unas cosas y otras van 3 cuentakilómetros en dos años, quizás sea una señal que me indica que no es tan necesario el control del tiempo, el desplazamiento y la velocidad).

El día de Pepe (¿el del Popular?) estaba listo para partir, con la bici y el “equipaje” preparado. Haciéndome el viajero experto pensé que estaría bien una etapa prólogo para ver cómo me manejaba con la bici o se rompía algo de lo improvisadamente preparado. Así que me fui a una gasolinera a hinchar las ruedas y a sacar pasta (no de dientes, que diría Jotto). Llevar las alforjas (6,5 kilos en cada una, el peso intencionadamente repartido) implica que las curvas hay que hacerlas suaves, que en las cuestas parece que te tiran de atrás para que te cueste más, y que si te da por pedalear sin apoyar el culo en el sillín en plan sprint pues el bamboleo de la bici es considerable.


Mi padre me acercó en coche hasta Retiendas, inicio de la ruta por el azar del mapa. Es un pueblo en cuesta pequeño y simpático, aún más simpático por el cielo azul e inmaculado que hizo ese día. El buen tiempo que acompañó todo el puente hizo que todo tuviera la mejor de sus caras.

Empecé yendo hacia Tamajón por un camino, me acuerdo que iba feliz y tranquilo, pero cuando empezó la bici a traquetear pensé que quizá fuera mejor ir por carretera. Al principio iba mirando continuamente el detallado mapa, pero con el tiempo te relajas. Este camino, llamado el Olvidado, va por un frondoso encinar, paralelo a un arroyuelo, y cuando me crucé con un corzo supe que este viaje me iba a gustar. No me crucé con ningún caminante hasta llegar a Tamajón, pueblo noble, con un toque inesperadamente majestuoso, con el sabor que deja la importancia de hace siglos. A la salida de Tamajón la carretera se desdobla, para llegar a Majaelrayo dejando el Ocejón a la derecha y para llegar a Valverde de los Arroyos dejando el Ocejón a la izquierda. Justo después del cruce, siempre entre encinares y jarales, está la Ciudad Encantada de Tamajón, quien la bautizó así fue algo presuntuoso, ya que poco tiene que ver con la de Cuenca. Donde terminan las azarosas formaciones de piedra aparece la Ermita de los Enebrales y un agradable merendero.



Pintada al lado de la ermita. Horas más tarde daría la razón al autor al ver lo que se cocía en Valverde de los Arroyos.


Allí me encontré con un grupo de polacos, por lo visto muy católicos, quienes me contaron que estaban peregrinando por los lugares santos de España, así que me sorprendió que anduvieran por aquí. Seguí por otro camino que, flanqueado por hermosas sabinas y encinas, lleva hasta Almiruete. Cerca del camino hay unas impresionantes cuevas y simas (Sima Fliper II, sima TA-12, Cueva del mono, Cueva del paso) que no me atreví a buscar, ya que al no estar señalizadas temía perderme en el bosque y dar vueltas sobre el mismo lugar como en las películas, y que justo apareciera un indio y me disparara agujereando la última de mis cantimploras.



Iglesia de Palancares, en torno a la cual se juntan las pocas casas del pueblo.


En Almiruete ya cogí la carretera de Valverde, ya que no veía camino claro. Aquí empezaba lo bueno, subidita tras subidita, y así hasta Palancares, un pequeño pueblo que hace curva, y en principio de poco interés si no fuera porque tenía fuente. Pero una vez allí, unos cuantos carteles hicieron que hablara con los viejos del lugar (me encanta esta frase, los viejos del lugar) en un local que hace de bar, centro de reuniones, etc. Este pueblín consiguió ser el único pueblo de la zona que mantuvo totalmente su término sin repoblación de pino silvestre y ahora lucha por evitar la construcción de una presa en las aguas del Sorbe. Por este logro, varios habitantes y jóvenes ecologistas de Guadalajara se han llevado el premio de una sanción, y es que el Estado sabe ser generoso con quien lo merece.



Mensaje claro desde Palancares.



Comido, bebido y descansado en Palancares seguí carretera arriba hasta llegar por fin a los 1254 m de altitud de Valverde de los Arroyos. Por suerte, el albergue donde iba a dormir estaba al comienzo del pueblo porque después de 34 km de subida estaba ya, hablando claro, bastante follao.



Campo de fúbol de hierba natural, donde las familias lo gozaban.



El pueblo estaba hasta los topes, y es que es el pueblo clásico de las guías de los pueblos negros, junto con Majaelrayo.



Vistas del Ocejón desde Valverde de los Arroyos.



Lo que voy a decir sonará intransigente pero me explicaré: Valverde de los Arroyos es al excursionismo lo que el reggaeton a la música. Facilón. La carretera que llega hasta el pueblo está bien asfaltada y han construido a la entrada un gran aparcamiento (brillan las chapas de los coches desde lejos), y apenas hay veinte minutos desde el coche hasta las cascadas, así que cualquiera puede llegar.




Ejemplo de la arquitectura local. Mucho más naturalmente presente en el lado occidental de la Sierra del Ocejón, en los pueblos de El Espinar, Roblelacasa, Campillo de Ranas, Majaelrayo, etc.



Esto hace que los precios no sean de pueblo perdido, como bien comprobaron mis riñones al pagar el hostal (aunque hay que decir que el albergue lo vale, con unas inmejorables vistas sobre el Ocejón, y está construido respetando la arquitectura de la zona, y ponen un suculento desayuno. Es el mejor hotelito de montaña posible para irte con la novia, así que apuntad: Hostal Valverde). Me parece bien que sea una visita que pueda hacer cualquiera, y está bien, no todos tenemos porqué subir al Annapurna. Pero aparte de la subida de precios, la masa hace cosas como que el camino hasta las bonitas cascadas de Despeñalagua esté llena de colillas, mondas de fruta, perros sueltos, gente voceando y que en el pueblo hubiera más coches que casas y personas.



Las chorreras de Valdelagua.



Una vez descansado en el hostal, guardé la bici y me fui a ver las famosas cascadas. Al ser final de invierno bajaban llenas, y numerosos arroyos bajaban de las laderas del Ocejón.



El cielo magníficamente azul que me acompañó todo el recorrido.



Volví de nuevo al hostal, y una vez cayó la noche, volví al pueblo para cenar cuando ya se fueron los turistas y en el mesón sólo quedaba gente del pueblo. Me encantaba la soledad y profunda oscuridad en las calles del pueblo a las 9 de la noche, con millones de pequeñas farolas en el claro cielo.

7 comentarios:

Adri dijo...

Vaya, Germi, parece bonito viaje este que nos empiezas a relatar. Grandes las fotos, ¿eh?

Majaelrayo, para mí es un pueblo conocido, además de por la arquitectura negra, por el hombre del anuncio del coche aquel que decía "Y Franco, ¿qué? ¿dice que ya se ha muerto?" Seguro que lo recuerdas.

Otra cosa, ¿qué decía la pintada de la hermita? ¿La Arquitectura Negra está incluida entre los lugares santos de España?

Las alforjas de calidad ¿eh? jejejejeje.

A ver si me entreno y nos hacemos la vuelta al mundo, como los suecos de Alicante :-)

palabra de verificación: insol (el sol de dentro)

Germán dijo...

Sí, sí, ¿y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa? En todos lados decían que el viejete era de Majaelarayo.

La pintada reza "MADRILEÑOS GUARROS". Si le das a cualquier foto se amplía y se ve mejor.

Adrinella, para ir entrenando tenemos unos días en A'dam, bici arriba bici abajo ;-)

Daniel dijo...

Enhorabuena viajero, por tu debut rutero y por tus cojones. Ya sabes lo que pasa cuando te compras el transportín y las alforjas... que hay que amortizarlos!!!

javier dijo...

Gran viaje, mejor crónica(copiado textualmente de la gran frase, gran jugador, mejor persona).

Me encanta esa España profunda, el granero de España como dirían otros, y es que, mi amigo Germán, siempre hemos defendido que España es un gran país, con sus lenguas y sus culturas. Que sabrá lo que es internet o salsa rosa aquel anciano con su jersey de lana grisáceo, eso es lo bonito.

Por otra parte me encanta el cartel que dice "madrileños guarros". Siempre soy partidario de las verdades, esta es una.

Por otro lado, el tema bicicleta, veo que estás a tope. Me ha hecho pensar esa locura de recorrer Cuba. Pero de momento habrá que dejarlo para el futuro.

Sigue emitiendo.

Palabra: shewese (como el típico mote de barrio, al cual acabó trabajando donde su padre)."que loco está el shewese.

Tatiana dijo...

Ay Germán!! qué post más bonito!! Mira que lo tengo cerca, Guadalajara, digo y casi no la conozco!! cuando vayamos para allá en verano nos hacemos una excursión, vale!! Mientras tanto os esperamos aquí, en A´dam!!
Por cierto, las fotos las haces tu también???
palabra de evrificación: mitica... como la muaaaaa!!! muahahaha

álvaro dijo...

qué envidia me da chaval. y no sólo por la Ortlieb, eh!? tengo ganas de que nos cuentes el resto del viaje, pero está claro que hay que organizar algo.

Yo llevo años planeando en mi cerebro un tour por las tierras altas de Escocia...

palabra clave: binesses, como los que empizan los guiris (o güachineins) en Cadiz.

Javier Marrodán dijo...

Qué buena pinta tiene esa ruta. Me la apunto. ¿Diste con algún buzón?