miércoles, 19 de noviembre de 2008

Delicatessen berlinesa II

Otro día más en Berlín, y otro día en que las sábanas no entienden de salir a ver calles, lugares y gentes nuevas, las sábanas sólo quieren gente encima que les caliente, así que estábamos otro día más cerca de la tarde que de la madrugada en las calles de Berlín. Otro día más de cielo gris y bajo que hace que tengas que salir armado de besos, gorros y manos sin guantes en bolsillos ajenos. Otro día más en el que el tranvía ya se hace más familiar en su recto discurrir hacia Alexanderplatz por las grandes avenidas de corte comunista.




Nuestros destinos eran muchos para pocas horas pero por alguno había que empezar así que hicimos cola para entrar al Reichstag, ese centro de la política dedicado "al pueblo alemán".




Hasta en los países más ricos y civilizados sucede que allá donde hay algo gratis allá que va la gente en masa, pero la espera merece la pena por la serie de antiguas fotografías que cuentan la convulsa historia de este edificio inaugurado a finales del siglo XIX, por las vistas de la ciudad y por las dos espirales que suben y bajan sin cruzarse por la cara interna de la cúpula llena de espejos.



Aquí una de las fotos de la serie, en ella podemos ver un buen número de diputados nazis con sus ridículos uniformes y bigotes en sus sillones de diputados en el Reichstag, donde ya eran numerosos años de hacerse con el poder. Da que pensar...


Puede decirse que Berlín ha arriesgado al límite con la arquitectura, han puesto cosas descaradamente vanguardistas justo al lado de cosas antiguas pero creo que les ha salido bien la jugada. Un ejemplo es la cúpula de acero y espejos sobre el Reichstag.




Al salir seguimos paseando por Unter den Linden (ya no lo escribiré mal, tengo aquí delante una placa con el nombre de la avenida), por esta avenida siempre es agradable pasar tranquilamente una y otra vez. Por allí aguardan dos sencillos monumentos que no aparecerán como indispensables en las guías pero merecen un rato delante de ellos:


Madre con hijo soldado muerto. Me encanta la pequeña figura en un gran espacio vacío.




Aquí un niño le preguntaba a su madre qué eran esas librerías sin libros en el suelo, la madre le dijo que nada, sabiendo que era un homenaje a todos los libros que los nazis quemaron en esa plaza frente a la Biblioteca de la Universidad de Berlín.


Como el frío en Berlín se hacía insoportable decidimos viajar a Asia Menor, y por qué conformarse con ir ahora cuando podíamos regresar al pasado. Cruzamos la puerta del Pergamonmuseum y miré hacia otro lado cuando una lejana voz me pedía mi opinión sobre el expolio de Occidente a las viejas civilizaciones, y al mirar evasivamente hacia otro lado descubrí la majestuosidad del altar de Zeus, una grandiosidad inolvidable que arqueólogos alemanes habían llevado piedra a piedra hasta allí.



Las escaleras que suben hasta el Olimpo, para bajar y cruzar la puerta del mercado del Mileto que lleva hasta las puertas de Istar de la Babilonia de Nabuconodosor.


Al volver al siglo XXI alemán nos dimos cuenta de que, aparte de que era más frío, se había hecho el día, y es que todo el mundo sabe que las horas pasan mucho más rápido en el pasado que en el presente. Nos quedaban muchos lugares por tachar y uno de ellos era el histórico Checkpoint Charlie -uno de los cuatro puntos de acceso entre los dos Berlines divididos junto con el Alfa, el Bravo y el Delta-, y hacia allí que nos fuimos. El lugar está lleno de menciones y fotografías en memoria de los que intentaron o murieron en el intento de huir de la República Democrática Alemana comunista hacia el Berlín bajo control estadounidense, francés e inglés, el Berlín perteneciente a la República Federal Alemana, y es justo en ese momento cuando me pregunto sin sorna si hubo gente que quizá intento huir del Berlín capitalista hacia la República Democrática Alemana, si hubo gente que se las vió y se las deseó para cruzar el checkpoint Charlie desde el Berlín Oeste al Este, si hubo gente en el Berlín occidental que buscaba una vida mejor al otro lado del muro...






Al día siguiente, otro día más, llegó la agonía de la despedida. Tenía que decidir entre ir a visitar la mítica tienda de bicicletas Keirin, ver las piezas de admirados graffiteros en el East Side Gallery o ver a Nefertiti en el museo Egipcio. Al final el ángel de Nefertiti venció a los otros diablillos, que eran poco ante el magnetismo de la egipcia, si bien esos diablillos siguen pidiéndome que vuelva y tendré que hacerles caso.





Tras la hipnotizacíón del misterio egipcio pues había que irse por donde se vino. Y por volver al principio nos despedimos en la estación centra de Berlin, la Hauptbahnof; Adriana cogía allí su tren y yo mi bus al aeropuerto. Un gran cronista amigo mío dijo que se dice que no hay nada más triste que una estación de tren, y también dijo que se dice que todos llevamos una estación de tren dentro de nosotros, y no me quedaba más que darle la razón mientras Adriana sí se daba la vuelta para decirme adiós con la cara y con la mano, y allí la veía, pequeñita, yéndose hacia esa estación tan grande...qué pena tan grande, pensaba, flamenco, mientras sentía que ojalá volviera a sentir la tristeza de la despedida.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Delicatessen berlinesa I

Después de la estancia en la ciudad de Brema, dejando atrás la cálida frialdad bremense (*) que allí encontré, Adriana y yo nos dirigimos a Berlín en, como no podía ser de otra forma, tren. Por cierto, que ya dije en la anterior entrada que el tren en Alemania está muy bien, pero que barato no es. Hicimos un cambio de tren en Hannover, y no lo perdimos pues yo qué sé por qué.


Aquí vemos un andén de la estación central de Berlín, la inauguraron justo para el mundial de 2006, la verdad que es bastante impresionante; el acero, y el cristal junto con el buen gusto pueden dar buenos resultados.


Una curiosidad: en Alemania se ve a menudo a gente bebiendo tercios de cerveza en el transporte público, no sé si estará prohibido el botellón (si no ya se encarga el tiempo de prohibirlo) pero beber cerveza parece que no, porque la gente -de todo tipo-lo hace bastante y abiertamente. Así que yo no fui menos y fui a por un par de Becks al vagón-cafetería (cómo me gusta lo de vagón-cafetería y el vagón-correo). Una pequeña anécdota que a Adri le gustará recordar: nos tocó sentarnos separados, y yo fui a pedirle al que estaba con Adri que me cambiara el sitio un poco bruscamente, bruscamente no en el sentido de malas formas sino en la máxima brevedad posible; sin darle tiempo a sentarse, y sin preámbulo ni explicación alguna le pedí que me cambiara el sitio. El tío aceptó murmurando no sé qué, y yo, agradecido, le di un pequeño apretón de hombro en plan "gracias, ,tío". Tampoco le gustó. Adri me cogió manía durante 10 minutos, pero se le pasó. Entre pasajeros, cervezas y bollería pues llegamos a Berlin Hauptbahnof, la estación central de Berlín.


Sabíamos que allí había como una oficina de turismo para sacarnos la tarjeta de transporte público para 4 días y la tarjeta de museos, ahora no me acuerdo de los precios pero la de transportes la amortizas pero de sobra porque el transporte es carísimo. En plan, un sencillo para una zona mínima 2,5 € y cosas así. El de los museos, creo que lo amorticé por un leurito con cero sesentaycinco, pero satisfecho quedé viendo los brutalísimos Museos de Pérgamo y Egipcio.Nos costó lo nuestro encontrarla así como la forma de salir de la estación con nuestros maletones hacia el Generator Hostel.


Aquí podemos ver cómo en el Generator rotulan el número de habitación bien grande para que no te cueste leerla si te has pasado con la Bekcs o la Berliner. Es la habitación del Shotta.

El Generator Hostel está bien, es un gran edificio de estilo comunista, con una salvajada de habitaciones, está bastante nuevo, y el precio para lo que uno busca y él ofrece pues no es abusivo. Tiene bastante oferta "festiva" (habría que verla también) pero ya que teníamos casi 3 días para ver Berlín pues a estar lo que había que estar. Está lleno de todo tipo de gente, abundando el joven "modenno". La verdad que una larga estancia allí tiene que dar para muchas cosas. En el poco tiempo que estuvimos por las zonas comunes, vimos sus borrachos, sus perdidos, su tío en bolas y toalla buscando el baño, su espléndida que desayuna en pijama, etc. Sus cositas, Sulamita.


Aquí alzo el puño como un comunista más en el monumento al Soldado soviético. No entiendo el criterio que se sigue para quitar unos viejos monumentos y otros no, yo los dejaba todos. Para hablar claro: el soldado alemán, que era nazi, pero alemán al fin y al cabo, hizo mucho daño por Europa, pero el soldado soviético hizo mucho daño hasta que llegó a Berlín desde Moscú, y siguió haciendo daño, porque además ya no hizo el camino de vuelta. Parafraseando al gran Ganda: "En un mundo en el que aún quedan fascistas y comunistas, bobos siguen preocupándose por listas"


En el largo camino (el resto de días, ya sin maletas, no se hizo tan largo) hasta el Generator pudimos ver lo típico del viernes noche de una metrópoli: los chavales borrachos en el intercambiador, la gente vestida para salir, etc.



Foto en el reloj del Alexanderplatz, al fondo puede verse el pirulí de Berlín, mola que está justo en el centro, imaginaos que el Pirulí de Madrid estuviera en Sol.


Al día siguiente nos propusimos levantarnos a las 8 para ser unos turistas de pro, pero al final, entre pitos y flautas, estábamos en la calle a las 12, y así todos los días. Eh, pero que no pasa nada, al final se ven las cosas, y además, antes de las 12 en Berlín hace mucho frío.Al lado del Generator pasaban 2 tranvías que nos llevaban al centro, a Alexanderplatz, así que ése era siempre nuestro punto de partida.


Adriana viendo por dónde podía ir bien seguir. Como veis, el mapa está al revés, como el libro de Bush el día del 11-S. Es coña, un cyberbesito. ojete flava.

Alexanderplatz es una gran plaza, un gran espacio vacío al más puro urbanismo comunista. Sale en varias películas de ahora ambientadas en Berlín. Adriana llevaba la voz cantante en la organización de los recorridos ya que ella habla alemán y ya había estado en Berlín, ella decidió el recorrido, pero yo quise poner mi granito de arena: una bici tándem.



Instantánea justo antes de que por posar para la foto estampara la bici contra el gentío que cruzaba el paso de cebra en Unter den Linden. Estaba flipado con la tándem, quería fotos.



Me encanta esta foto: se ve a Adriana con la pernera izquierda remangada como una biciclista pro, la gente en bici, al fondo la puerta de Brandenburgo.


La bici tándem era el caldo de cultivo perfecto para la bronquita, pero no, fue todo rodado, doblemente rodado. Fueron 4 horas de pedaleo en las que a alta velocidad de crucero nos dió tiempo a echar una primera visual general de Berlín: la torre de TV, el majestuoso paseo de Under den Linden, puerta de Brandenburgo, el parque
Tiergarten, la zona de las embajadas, Postdammerplatz, etc.


Monumento a la victoria, en el Tiergarten. Se nos pasó subir y nos perdimos dos cosas: unas buenas vistas, y un mensaje que Kike había dejado para la posteridad hace poco para los amigos.



El Berlín más americano en el sector americano, Postadammerplatz.



Cerca de la foto anterior han dejado unos cuantos trozos del muro, la gente escribe y tal, mucho español dejando chorradas como que éramos campeones de la eurocopa. El concejal de turismo de turno ha tenido una brillante idea y ha puesto a un soldado ficticio que te pone un visado en el pasaporte o algo así. Previo pago.

¿Dónde comimos? Justo el sábado ahora no me acuerdo exactamente, pero apostaría que fue en un Alex.


Foto desde el Alex en el Sony Center, un sitio que se han currado los japoneses, con sus pantallones, su escenario, su Museo del cine y de la televisión.


(*) Como pueden apreciar mi traductora favorita y mi apreciado filólogo he aprovechado sus enseñanzas de gente letrada. Voy a seguir preguntando, ¿qué opináis de la palabra "entrada" para ésto? ¿El equivalente en castellano de "post"?

martes, 11 de noviembre de 2008

Cálida frialdad bremense (*)




"Arquitectura del Norte de Europa"

Mi llegada a esta hanseática ciudad del norte de Alemania se produjo en el ejemplar sistema ferroviario alemán. A diferencia del sistema radial español, donde todo parte de Madrid (a mí no me importa, pero y la gente de Zamora, La Rioja o Teruel, ¿qué?), en Alemania parece que todas las ciudades más o menos importantes están conectadas en tren cada poco tiempo (más adelante contaré anécdotas varias en trenes alemanes).


Durante todo el trayecto pude ver frondosos bosques a ambos lados de la vía. Y aquí me vino otra comparación a la cabeza. En España nos quejamos de los seco y amarillo que está todo, pero, oye, en cuanto llueve un poco nos cagamos en todo. Así que todo no se puede. Más allá de los Pirineos está todo verde pues porque llueve a menudo y porque no brilla el Sol para secar la bonita vegetación. Bueno, aproximándome a la ansiada "Hauptbahnof" vi unos edificios abandonados con unos murales bastante serios que desgraciadamente no me dió tiempo a fotografiar. Hay que comentar que el nivel de graffiti es bastante alto, al contrario que en Bélgica y Holanda.




"Paint wars, style wars."


Después de un primer recibiento agridulce ;-) por parte de mi auxiliar de conversación favorita, Adriana se fumó su piti de rigor (sé que tu madre lee el blog, toma, por cierto, me consta que más de una madre de amigo se mete de vez en cuando por aquí, no hagáis caso de todo lo que digo) y nos fuimos a su casa.




"Adriana, como una ciudadana más, dirigiéndose a casa, revisando su cuenta en el Deutsche Bank, haciendo su pequeña compra diaria, comprando su bonobús...y con coleta, ;-)"




"La catedral de Bremen al fondo, bicis y una simpática bola del mundo"


Su casa y sus compañeras de piso son una fuente de anécdotas y curiosidades del costumbrismo alemán. Adriana tiene un fotolog -http://www.fotolog.com/madrix- donde nos cuenta de su vida allí (recordad, ahora que Facebook está tan de moda, que Fotolog fue el pionero) pero aprovecho esta entrada para ir comentando algo: nuestro modelo de bloque de varios pisos con 4 puertas por piso no se trabaja en Alemania, allí es más normal un portal de 3 ó 4 alturas con una sóla casa. La reja y la puerta mínimamente blindada tampoco se viene trabajando, no debe haber muchos cacos. Por otra parte, se paga por aparcar en tu propia calle, Gallardón no ha copiado el carril-bici alemán pero lo de pagar por aparcar sí. No siguen el método más agradable para limpiar los platos. Gustan de añadir todo tipo de aditivos y salsas a la comida, ¿por qué limitarse a echar sal, vinagre y aceite a la ensalada cuando puedes además añadir salsa tártara, aliño especial y curry?





"La clásica foto de turista con los 4 trotamúsicos de Bremen, yo prefería los dibujos al libro"





"Adriana instantes antes de que fuera casi atropellada por el tranvía 3 si no llega a ser porque la aparto de un suave empujón a la par que realizo un mortal hacia atrás para evitar cualquier contacto con el tranvía"


Bremen es una ciudad agradable -si te olvidas del friaco, como Burgos-, una urbe histórica e importante sin llegar a ser excesivamente grande, con todas las ventajas que ello conlleva: tiene una gran centro histórico peatonal, digno de recorrer, y para despistar al frío pues tiene sus tiendas y sus restaurantes, como puede ser la cadena de Alex, un restaurante estilo Vip's donde a Adriana y a mí deberían hacernos un descuento a partir de ahora.




"Formas de plantearte una foto tomando un café en Alex I"





"Formas de plantearte una foto tomando un café en Alex II"


De todo el centro monumental lo más destacable es un pequeño casco antiguo del siglo XIV, de la época en la que Bremen gozaba de su máximo esplendor gracias al comercio de la Liga Hanseática, son calles angostas y medievales, pero medievales no de palo en plan el mercado medieval de Alcalá o las bodas medievales de Loeches, la siguiente foto, lo demuestra:


sábado, 8 de noviembre de 2008

Civismo holandés II

A este segundo viaje a Holanda (me parece que ha pasado un mundo pero fue el lunes de la semana pasada) se le añadió una especia fuera de lo común, algo para dar más sabor. Justo el día que me iba me dicen que no va poder irme a buscar nadie en Holanda, que me tengo que alquilar un coche. A mí no me mola la idea ya que no conduzco habitualmente coche y nunca había alquilado coche antes, pero externamente disimulo y con toda la posible firmeza que mi voz pudiera tener digo que vale, pero qué como llego hasta el sitio en cuestión. Me dicen que nada, que me imprimo la ruta de la Vía Michelín o el Google Maps y que tirando. Tres hojitas con desvíos, incorporaciones, desvíos a la derecha y demás.


En el avión me digo que bueno que no será tan difícil, que me lo voy mirando y que se me queda, pero a medida que queda menos para llegar a Bruselas pues que me empieza a parecer más liosa la ruta que me he imprimido. Cuando estoy en la cola de la oficina de los coches de alquiler ya empiezo a visualizar que me pierdo, y que tengo que llamar en plan ayudadme, estoy en París, no sé cómo he llegado hasta aquí. Así que cuando veo que por 12 euros más te dan GPS respiro tranquilo y lo veo todo más claro y me olvido de mí mismo a 50 por hora, con la luz de dentro del coche encendida y mirando la ruta, y cagándome encima una vez me hubiera equivocado de salida. La segunda pequeña alegría me la dan cuando me dicen que ya no quedan coches pequeños y, qué putada, me tienen que dar un BMW 320.


Al principio no me hacía al coche ni al GPS, pero en cuanto me relaje un poco, paré a comprarme comida, me puse mi música, y hala a disfrutar de los 120 km que me quedaban hasta Maastricht.




Maastricht es una pequeña ciudad, de esa belleza tan característica de los pueblos de Flandes y Holanda: con sus canales y ríos navegables (el río Mosa en su caso), su gente en bici, su centro peatonal, sus casas de baja altura, su planicie y demás.





Y, cómo no, esta ciudad está llena de bicicletas en todas sus variantes:



Este ciclista nos comenta que "todos los polis son bastardos".




Este otro lleva de todo en la bici, podría ser uno de los muchos bicimensajeros que se ven.





Y, ¿éste?, el mejor, lleva una bici reclinable, esas bicis pueden verse más por Holanda, son bicis en las que vas tumbado y pedaleas con las piernas paralelas al suelo. Pues ésta con cabina y todo para ir protegido.