viernes, 31 de octubre de 2008

Civismo holandés I


Imagen de Maastricht: gente en bici, puente levadizo debido a su río navegable, iglesias puntiagudas, etc



Mis dos últimos dos viajes han sido al mismo lugar: Maastricht, una pequeña ciudad en el extremo sur de Holanda, con las fronteras belga y alemana a pocos kilómetros. Profesionalmente, las dos visitas han sido totalmente opuestas, se ha pasado del odio al amor. La semana pasada la máquina no valía y esta semana es una sistema cojonudo. Como dice Antonio, cuando todo va bien "you are the master", "thank you very much, good job" pero cuando va mal "go away!!!".


(aquí estoy con la gente que trabajé allí, justo antes de irme, cuando todo salió bien, a ver si llega a salir mal si se ponen para la foto)

Independientemente de todo esto, estos viajes me han traído muchos recuerdos cinematográficos. El primero de todos es el personaje bipolar de Edward Norton en "El club de la lucha", con esto no quiero decir que vaya a fundar un club de la lucha ni que esté preparando la revolución con el proyecto Mayhem, pero últimamente estoy cogiendo tal número de aviones que me vienen sensaciones parecidas a las que el personaje muestra al principio de la película.


(foto esperando en la T-4)


Por otro lado, supongo que recordaréis la escena del comienzo de "Pulp Fiction" entre los dos gangster -gansta- interpretados por Samuel L. Jackson (la L. es muy importante) y John Travolta. En ella, uno comenta que acaba de llegar de Europa y que se ha sorprendido por los detalles de las pequeñas diferencias y las costumbres. Habla, entre otras cosas, de Amsterdam y de que "a los holandeses echan mayonesa a las patatas fritas, las bañan en esa mierda". Pues ésto me ha venido a menudo a la mente porque en Maastricht cuando pides un plato te traen aparte un cucurucho de patatas fritas -pommes frites- con un poco de mayonesa.

La última referencia es "Snatch, cerdos y diamantes". Resulta que mi trabajo en estas dos semanas ha sido el de levantas unas casas prefabricadas para su traslado. ¿Y por qué querían trasladarlas? Porque era un poblado ilegal. Algo que nos suena en España, en Madrid especialmente. Pero Holanda tiene un alto nivel social y por tanto también sus poblados marginales lo tienen, y allí no son de chabolas sino de casas prefabricadas de tamaño considerable.



Pero los paralelismos con este tipo de urbanismo en España se cumplen: en medio de la nada, coches caros, chavales que no van al colegio, negocios oscuros, etc. Peeeero... quienes habitan estos lugares marcan la diferencia y aquí es donde "Snatch" entra en acción. No hay racismo en mis palabras si digo que la mayoría de la gente de estos poblados en España son gitanos, es la realidad. En cambio los de Maastricht no lo eran. En "Snatch", el Turco -Jason Statham- y su fiel compañero van a comprar una caravana a un, según el doblaje, "campamento de tirados". En el original dicen "pikeys campsite"; no sé qué es "pikey" pero sé qe gitano es "gipsy" así que no querrían decir gitanos (espero que alguna experta en traducción pueda arrojar luz sobre este asunto). Bueno, pues que el tipo de gente de este particular barrio de Maastricht recordaba a la peña de Brad Pitt en "Snatch".



Próximamente, escribiré de Hamburgo, Bremen -donde ya me encuentro- y Berlín.

También próximamente me gustaría hablar de las diferencias que empiezo a encontrar entre España y nuestros diferentes y más alejados de lo que creemos vecinos del Norte. Con lo que me cuentan Jotto y Adriana y lo que vivo yo en estas pequeñas estancias creo que tengo conocimiento de causa.

sábado, 25 de octubre de 2008

Superlatividad árabe III

Bueno, aunque Dubai tire bastante, habrá que ir acabando porque viajo más rápido de lo que escribo y hay que dejar también al resto de los lugares del globo terráqueo.

Como no sé comentar de ningún tema en especial, voy a tirar de comodín, pongo fotos y a partir de ellas pues comento algo. Una imagen vale más que mil palabras, pero mil palabras pueden ayudar mucho también.




En la foto anterior podemos ver parte de mi habitación, era excesiva en todos los sentidos. No era lujosa en plan jacuzzi en el baño o cosas del estilo, pero era enorme y tenía detallazos como televisión con satélite para poder ver Cuéntame en TVE Internacional y como DVD. La plantilla del hotel, cómo no, era india, pero también había de algo más lejos, de Filipinas y alrededores. En la mesilla estaba pegada la siguiente pegatina, me pregunto si da la dirección de la Meca, por si quieres rezar correctamente orientado.





A continuación podemos ver un sinsentido, gente esquiando en Dubai. Ahí dentro a -1 ºC y fuera a 40 ºC. El completo Ski Dubai está en el centro comercial Mall Emirates, un gigantesco centro comercial de tres pisos, y con la pista de esquí más o menos en el medio. La mayoría de los restaurantes dan a la pista. La pista tiene dos zig-zag y bastante altura, así que supongo que dará más juego que el Xanadú.



En la siguiente foto vemos cómo es la vida en el centro comercial, la gente arriba y abajo, dinero entrando y saliendo, en papel y en plástico, transacciones, intercambios, felicidad en el aire acondicionado, respeto por la tradición en el vestir, etc.



Abajo, esta vez vemos cómo un turista de origen español mira su mapa para orientarse en la metrópoli de Dubai. A su lado podemos ver una parada de autobús con aire acondicionado, tal y como son en el emirato.




Y por último, con ánimo de no saturar, una foto nocturna del bonito Burj-al-Arab, el hotel con forma de velero en medio del Mar Arábigo, el hotel de las 7 estrellas.





Bye, bye, Dubai.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Superlatividad árabe II

Esta vez voy a hablar un poco de algo relacionado con el trabajo. No de mi trabajo en sí, sino del lugar de trabajo donde estuve, que por sus características era bastante curioso.

Era una obra bastante impresionante, de las más grandes que pueda ver. Era la construcción de la que va a ser la fundición de aluminio -una vez más- más grande del mundo. Una fábrica con una planta de 3km de largo por 2 km de ancho, como bien habréis calculado, son 6 kilómetros cuadrados de fábrica. Pensad en el tamaño, más o menos un cuarto de Alcalá (a los más complutenses lectores les valdrá como referencia), y no estamos hablando de un polígono industrial, sino de una sola fábrica.




Dicho lugar estaba a la mitad de Dubai y Abu-Dhabi, en medio del desierto, con sus 40 grados en Octubre. Para ir allí nos venían a buscar en un Nissan pick-up un par de indios que trabajarían con nosotros los cuatro días de allí. Se llamaban Ranjan y Nilantha y merecen que hable algo de ellos. Se suponen que estaban para "technical support", nos venían a buscar al hotel y nos llevaban, estaban con nosotros para aprender el sistema, y ayudar en lo que hiciera falta.



El viaje hotel-obra era de hora y media más o menos y con ellos se hacía divertido. Hablaban entre ellos en su idioma, que era bastante gracioso de escuchar, sobre todo en uno de ellos que tenía una voz muy de dibujos animados. Además me encantaba cómo forzaban el coche, alargaban la marcha a todo lo que daba, subiendo bien de vueltas hasta el punto de llegar a 130 km/h todavía en cuarta. También si había que adelantar por la derecha adelantaban. Se pasaban todo el viaje hablando y riéndose entre ellos. Eran unos tíos majetes, en el trabajo tenían una ligera tendencia al escaqueo, pero sin cantearse. Les pedí que me mandaran unas postales que escribí, espero que cumplieran, los cabroncetes.




En la foto anterior sale Nylantha, el pequeñín. El de en medio con corbata no es el otro de los dos, sino el comercial de la empresa distribuidora nuestra en Dubai, se llamaba Vinanta, y él nos llevó el primer día. Era un privilegiado, y lo sabía. Allí todos los indios son currelas y él había dado el salto a comercial, por eso le gustaba su trajecito moderno y su coche de empresa. Detrás puede verse un camión en donde pone "drinking water". La obra estaba llena de esos camiones, que van llenando todo el rato los grandes depósitos que había repartidos por toda la obra. Una cosa a destacar de los indios en Dubai es que hablan muy naturales entre ellos, aunque no se conozcan, y es casi imposible que se conozcan porque hay un huevo.




En Dubai se preocupan al máximo por la seguridad en el trabajo, y lo llevan a rajatabla. Absolutamente cualquiera que trabaje en altura lleva arnés, todo el mundo con casco y gafas de sol y guantes, y se ve que lo controlan. Además por todas las carreteras y obras hay muchos carteles que hacen alusión a ello. Una cosa curiosa también, un día por la carretera, adelantamos a una camioneta que debía ser algo como del Ministerio de Obras Públicas, y llevaba un cartel que decía algo así como: "Si ves algún desperfecto en carretera, acera o farola llama a este número, se te gratificará".




En la siguiente foto podemos ver como a las 18 horas todo el mundo va a fichar. Todo el mundo indio, claro, así de lejos, pequños y con el mono amarillo me recuerdan a los Fraguel Rock (ven a disfrutar, clap, clap, tus problemas déjalos...ya sabéis):





Y como última curiosidad de la obra en el mundo aparte del emirato de Dubai, pues no podía faltar la mezquita. En la foto aparecen 3 edificios, a la izquierda la cantina, enfrente unas oficinas, y a la derecha la mezquita. Podéis apreciar como los dos edificios que no son la mezquita están paralelos entre ellos, y la mezquita torcida, es decir, orientada a la Meca. Eso mola verlo desde lejos y con más edificios pegados, llama mucho la atención como un edificio se sale de la rectitud de la manzana.


jueves, 16 de octubre de 2008

Superlatividad árabe I




Un día los emires dejaron de contar el dinero que les sobraba del petróleo que les sobraba y se pusieron a pensar. Pensaron que los más duros preceptos del Islam siempre pueden ser sustituidos por los más llevaderos pero no menos duros preceptos del capitalismo más radical –es decir, en el centro comercial podemos poner una pequeña sala de rezo entre las tiendas de Rolex y Luis Vuitton-. Pensaron que el lujo y el crecimiento sin pausa tienen que ser sostenidos con mucha mano de obra barata y sabían que siempre habrá países que la nutran. Pensaron que sólo con el árabe nunca podrían ser una capital mundial, y aceptaron el bilingüismo oficial con el inglés. Pensaron que alguien tenía que impulsar todo, y que los americanos y los ingleses siempre están ahí para ese tipo de cosas y más cuando es en otro país. Pensaron que con una mano dura aplicada sin contemplaciones se garantiza el orden sin apenas policía, ni multas ni amenazas. Pensaron que no necesitaban un gran ejército para influir en el mundo, ya que tienen el arma más poderosa: el grifo del petróleo, si lo cierras se para el mundo. Y lo más importante, pensaron que algún día el premio gordo del petróleo se acabará y que habrá que ir poniéndose a otra cosa.



Bajo toda esta ideología están creando el país superlativo. El país con más crecimiento económico del mundo, el país con más crecimiento de población del mundo, el país con más grúas del mundo, el país con más turismo de negocios del mundo, el país con mayor población extranjera del mundo, el país con la fundición de aluminio más grande del mundo, el país con el centro comercial más grande del mundo, el país con el edificio más alto del mundo, el país con el hotel más caro del mundo, el país con el hotel más alto del mundo, el país con la pista de esquí cubierta más larga del mundo, el país con la isla artificial más grande del mundo, etc.



El viaje hasta Dubai fue complicat. Complicat desde el principio: Jorge iba a ir a recoger a Barajas a mi hombre Charlytas, entonces yo pensé que podía ir a recibir a Carlos y de paso ya me dejaban, pero el creique y el penseque son amigos del tonteque y no tuve en cuenta que Carlos venía a la T-1 y yo iba a la T-4, además Jorge no sabía de mi repentina decisión y trajo el coche con tanto trasto como si fuera a poner un puesto de mercadillo. El caso que el ir de la T-1 a la T-4 se hizo en un Ibiza con Jorge, Lema, Carlos y yo y todos los trastos de Jorge (mantas, fregona, cubos, etc), todo el equipaje (dos mochilones) de 3 meses de Carlos, un maletón de 21 kilos, un portátil y una guitarra.



El avión salió media hora tarde porque resulta que ahora si llega la maleta de un pasajero que finalmente no ha subido al avión se busca su maleta entre todo el equipaje y la sacan, ya se sabe, la seguridad.



Pues justo teníamos media hora para hacer el trasbordo en Atenas, el transfer, you know.






Así que al llegar 40 minutos tarde a Atenas todo el agobio. Llegamos al avión los últimos, luego nos enteramos que al ser un trasbordo entre dos vuelos de una misma compañía tienen que esperarte. Haciendo los cálculos de hora de llegada según lo que nos ponía en el papel de nuestro billete y lo que decía el piloto por el altavoz de lo que iba a tardar el vuelo había algo que no cuadraba.



El caso que tras unas horas, el avión empieza a maniobrar como para aterrizar y desde la ventana se ve desierto, plataformas petrolíferas, y una gran ciudad con costa y rascacielos. Las azafatas griegas dicen no sé qué y empezamos a recoger para bajar, y ya justo cuando salíamos del avión, oigo a unos españoles que dicen no sé qué de Kuwait. Entonces pregunto a la azafata y oye, que no es Dubai, que es Kuwait City. Resulta que se para allí 40 minutos, una parada tícnica in midio dil disierto. A un tris de quedarnos allí.

Al fin llegamos a Dubai, esta vez el de verdad. Son las 2 de la madrugada, hora local, dos horas menos en España. Pues el aeropuerto está hasta arriba, gente comprando en el centro comercial abierto, mucha gente, indios sobre todo, durmiendo en el suelo mientras esperan su avión, gente para arriba y para abajo, total que una hora para pasar la aduana.



Aprovecho para informar: el visado a los Emiratos Árabes Unidos, es gratis y válido para 60 días, y se saca en la aduana en el momento, no ponen pegatina molona, ponen sello. También aprovecho para comentar –mira, te comento- que Dubai no es un país, es una ciudad y uno de los siete emiratos que forman los Emiratos Árabes Unidos, no Emiriatos ;-), cuya capital es Abu Dhabi. Ah, y resulta que los lugareños -sí, esos con barba que visten con una sábana blanca y un pañuelo rojo con goma negra en la cabeza y que conducen un Ferrari- tienen derecho a saltarse la cola.



Total, que salimos a las 3 de la mañana, cuando se nos esperaba a la 1. Me dijeron que nos vendría a recoger personal del hotel donde iba a hospedarme, pero cuando salimos había como 200 tíos con el típico cartel de tu nombre y de hotel y yo no vi mi nombre. Recorrí la fila varias veces y nada, pero lo mejor de todo era que no sabía el nombre del hotel, así que no podía llamar para que nos buscaran ni coger un taxi por nuestra cuenta hasta el hotel. Menos mal que llevaba números de gente de allí, y tras unas llamadas por fin vinieron a buscarnos.

Una vez en el coche, de camino al hotel dejando el aeropuerto, surgió Dubai. La primera sensación es la de que si estarás en otro planeta, en una ciudad extraterrestre, porque nunca antes has visto una ciudad así. No he estado en esas megaciudades asiáticas estilo Pekín, Bangkok o Hong-Kong para poder comparar pero he estado en Nueva York; y la verdad que en Manhattan me da la sensación de que hay más número de rascacielos que en Dubai, y además muy juntos, pero los de Dubai son recientes por lo que todos tienen un diseño diferente y futurista, eso es lo que hace que parezca que estás en otro mundo.



La ciudad tiene, para entendernos, una M-30 de 7 carriles en cada sentido que cruza la ciudad paralelamente a la costa. Yendo desde el aeropuerto sentido Abu-Dhabi a tu derecha dejas el mar, y reconoces algunos edificios famosos como el Burj Al-Arab, el que tiene forma de barco velero, y la izquierda, todavía lejos, pero claramente distinguido, el edificio que ya es y será la torre más alta del mundo, el Burj Dubai. Digo será, porque se está construyendo, ahora mismo mide 800 metros y esperan superar el kilómetro -sí, están locos-. Como las comparaciones son odiosas pues otra comparación: las “torres de la ciudad deportiva” miden 240 metros.



Un inciso: al final de la torre hay una grúa, poneos en la piel del tío que trabaja ahí, ese gruísta se levanta el domingo a las 7 de la mañana y se dice, joder, es domingo, otra semana a la grúa, a ver si no se me cae nada hoy (en el mundo árabe y musulmán, el fin de semana es el viernes y el sábado). A lo largo de todo el trayecto a ambos lados se ven montones de rascacielos construyéndose a la carrera, turnos por la noche, y plantillas de indios a saco. Además todo este macrourbanismo tiene siempre una iluminación especial, lo que da aún más un toque extraterrestre a la ciudad. Otra cosa que te hace pensar si estás en el planeta Tierra, en el globo terráqueo, el planeta azul y toda esa mierda es el nivel de los vehículos del personal, no exagero cuando digo que el Range Rover Sport, el Hummer o el Corvette son coches populares, hay tantos que al rato ya no te llaman la atención.



(En las próximas entregas habrá un especial “Coches Dubai 2008”, se explicará por qué no es tan difícil tener un carraco especial, y se hablará del escandaloso precio de la gasolina, escandaloso por lo ridículo. Atención: es práctica habitual dejar el coche encendido con el aire acondicionado puesto mientras te vas a comer o a entrar en una tienda o a hacer unas gestiones para que cuando vuelvas el coche siga fresquito, tiene cojones).

sábado, 11 de octubre de 2008

Rumba catalana

El AVE es un buen invento. Es verdad que la gente no sabe que RENFE está sacrificando muchas líneas digamos poco mediáticas para podear costear la alta velocidad ferroviaria entre las grandes ciudades españolas, pero hay que reconocerlo, el AVE es la repolla (femenino del repollo, no os asustéis). Si coges el que no para en ningún sitio, te plantas en dos horas y cuarenta en el centro de Barcelona. Es muy espacioso, vas en un asiento mucho más amplio que en un avión. Y lo que más me sorprendió: nada de ruido. Va como flotando sobre las vías, suave, suave. Además en la parte frontal hay un display que muestra la velocidad, y siempre gusta ver que vas a 300 km/h (he perdido las fotos ociosas del viaje, y por tanto no puedo completar la serie de las velocidades, recordad los 200 km/h del velocímetro del coche en Alemania). Un viejo amigo mío, también bloguero, de calidad además -http://draufindustries.blogspot.com-, me contó que un AVE cuando va a máxima velocidad necesita 11 kilómetros para frenar totalmente. Quizás me lea y quizás tenga que corregirme, y sean más o menos kilómetros.

El viajero, pues ya sabéis, ejecutivo, traje, portátil y mucho celular. Qué queréis un lunes por la mañana. Me sorprendió un par de chicas con total aspecto de estudiantes, quizá estudiaran allí, y les compensa más, pagar el bono AVE que hay en vez de residencia, pero quizá es una jartada que sólo sucede en mi mente (Situación que a menudo pasa con los mitos, como bien explica un gran amigo mío, hermano, también con blog, -http://emitiendodesdetampere.blogspot.com- en su última entrada; todo está unido por los blogs).


Nada más llegar, al salir de la estación, llena de taxis negros y amarillos, mientras esperábamos a que nos buscaran, entró un coche blindado a toda velocidad, se bajaron guardaespaldas con mucha tensión en su expresión, esperaba que se bajara alguien importante, pero era Pascual Maragall.


El lugar adonde fui a trabajar, era bastante espectacular, el túnel de una nueva línea de metro. En este caso, sin duda, una imagen vale más que mil palabras. Estaba por la zona donde acaba Barcelona y empieza Badalona, me sorprendió la inmensidad de los barrios obreros de allí, bloques más grandes y más pegados que lo que hay por aquí en Villaverde, por ejemplo.


Por la tarde, antes de coger el último tren a Valencia, dió tiempo a ver la Sagrada Familia, el Paseo de Gracia y las Ramblas. En la plaza de Cataluña presencié una escena -que además fotografié- curiosa, había un grupo de africanos vendiendo bolsos de imitación, estaba todo lleno de gente, pues de repente cuatro jóvenes que resultaron ser secretas se abalanzaron a la vez a por la mercancía y los vendedores, éstos salieron en estampida y en ella arrollaron a un montón de gente, tirando a un viejo al suelo. Me imagino que la ley y el orden quedaría satisfecha con tan necesaria y tan compleja redada. Mientras mirábamos, nos vino, un señor mayor, todo un caballero, y con fuerte acento catalán nos preguntó que qué sucedía. Estuvimos un rato hablando sobre que si los policías no tendrían cosas más importantes que hacer...


A Valencia fui también en tren, un Trenhotel de Talgo, jamás he visto un tren tan largo como éste. Vagones y vagones, yo estaba en el 35 y aún quedaban más atrás. Tenía muchos coches cama, y esto me trajo recuerdos del tren de Vietnam. La verdad que que bonitos son los trenes, tienen algo misterioso, literario.


La verdad que me gusta mucho el país donde vivo, y no es por sentimiento patriota. Creo que es porque tenemos la fortuna de estar en el Mediterráneo, donde reina un buen clima y por ello a lo largo de historia por aquí se han juntado muchas gentes, y ello ha dejado una gastronomía, una cultura, y sobre todo, un estilo de vida que oye, dan gustico. ¿Por qué si no siempre salimos entre los 3 primeros según la lista de bienestar de la ONU? El sol y el calor tiran mucho. Pero, oye, que también aquí abundan cosas malas, por ejemplo, creo que en España -sin miedo, España- somos guarros de cojones. El otro día saliendo por Madrid, por el centro, en la zona de callejas y algunas cuestas, mientras iba a entrar a un garito, veo que baja un riachuelillo, un riachuelillo de meao. No eran efectos del alcohol, era que una esquina más arriba meaba bastante gente.


Esto del guarrismo español venía a cuento de una cosa. Cuando voy a trabajar por ahí hay un momento putada. Me explico. La vuelta suele ser a última hora de la jornada, ya que se quiere aprovechar al máximo la asistencia, es decir, justo cuando sales de la obra tienes que ir corriendo al aeropuerto o donde sea. Uhm, no hay hotel, lo has dejado esa misma mañana. Vas sudado y sucio y con las cansinas botas de seguridad, y con las maletas ahí también dando por culo. Entonces te cambias en un baño de aeropuerto, por aquello de un mínimo de comodidad. En el aeropuerto de Dusseldorf vi que son limpitos. Me hizo mucha gracia que en el rato que me cambiaba y ordenaba las maletas entraron varios a cagar a los baños de al lado, y joder, no evitaban nada el ruido, sin sonrojo, pedorreaban a tope durante la maniobra. Pero pedacos, en serio, que se podían oir de lejos. Pero, ojo y pestaña, en el suelo no había ni una gota de meao, uno podía dejar la maleta por ahí apoyada, uno podía hasta besar el suelo cual Papa en aeropuertos, nunca mejor dicho. Ahora nos vamos al baño de la estación de Sants de Barcelona. Joooder. Ya os lo imagináis. El olor. Opto por el baño para minúsvalidos, con la ilusa esperanza de que esté algo limpio. Ahí cambiarse fue todo un ejercicio de equilibrio: que ni un milímetro de pantalón toque ese suelo, no caer sobre todo cuando hay cambio de calcetín para evitar ese contacto piel-suelo, que todo lo que te vas quitando lo vayas juntando encima de algo que pueda estar limpio, y todo mientras esperas preocupado, que no entre un viejo de esos que les gusta que se la chupen en los baños públicos.


Jajaja, cómo he acabado lo de antes. Bueno, amigos, próxima visita: península Arábiga. Ya sabéis, petrodólares, arena, palmeras, huevos colganderos, picante en la comida. El mundo global. Prometo fotos.


P.D. Ahora justo al meter la entrada, me he dado cuenta que no tengo las fotos en este ordena. En próxima entrega, se enseñaran fotos, esas fotos curiosas que no veréis en ningún otro lado, y que además es verdad.