viernes, 12 de diciembre de 2008

Jott & Yerf Crossing the Baltic Sea Vol. 1 The Series







El amigo Jotto aún sabiendo que tengo una YBR 125 y una Daelim S-Five 50 (en venta a precio de risa, por cierto) me quería vender la moto de que en Finlandia no hacía frío, no mucho más que un día de invierno en Finlandia, que me llevara bañador y chanclas que íbamos a tomarla en las terracitas de Helsinki.




Primera imagen en suelo finlandés


Al aterrizar y tras los primeros contactos con los lugareños me di cuenta que efectivamente allí todo el mundo habla inglés, pero no que hable inglés, sino que lo tienen ahí bien metido en la cabeza, como si el idioma sajón fuera el suyo. Y con esto del inglés me hago una pregunta que no tiene nada que ver: ¿llegarías 40 minutos tarde a buscar a un amigo que te ha venido a ver y se ha recorrido 3000 kilómetros? Jotto sí. Tras el pospuesto pero emotivo y deseado encuentro en la estación de tren de Helsinki anduvimos un poco por el insulso Helsinki.



Esta foto es en el Rax, para mí un equivalente al Alex en Alemania, es decir un lugar al que recurrir para comer en los viajes. Un buffet de comida sana y equilibrada en el que comes sin límite por 8 leuros, cantidad increíble para los precios finlandeses. Señalamos a nuestros más duros competidores por el título a gochos del día; si Helsinki tiene poco que ver, hace frío y hay que hacer tiempo para cruzar el Báltico hacia la sucia Tallin por qué no echar horas comiendo en el Rax.


La falta de organización y la confianza ciega en la improvisación hizo que perdiéramos nuestro ferry de las 18 horas y hubiera que esperar al siguiente. Bueno, no todo iba a ser malo, esto sirvió para onocer todos los muelles del puerto de Helsinki, conocer un taxista amiguete que no era capaz de emular a Ari Vattanen y una de las primeras anécdotas, una de esas personas atraídas por el imán de personajes que llevamos en el bolsillo: una señora que vino mirando fijamente a la gente que estaba sentada esperando al ferry, pero fijamente quieta a un metro de distancia. Yo estaba tumbado y decídí levantarme para cederle hueco, un poco por deferencia y un poco por miedo. Una vez sentada, la señor mantuvo una airada conversación con su periódico. Yo, mientras de parrafada al móvil con Adriana, hasta que la señora decidió que no le gustaba mi conversación por móvil y empezó a echarme todo tipo de maldiciones. Ante ésto sólo podíamos ir a por cervezas para el viaje.




Las marcas favoritas de la zona


Una vez atracó a deshoras el barco en la sucia Tallin nos dirigimos a coger albergue confiando una vez más en la improvisación. Esta vez hubo suerte. Dió tiempo a dar una pequeña vuelta y ver qué se cocía en la parte vieja de la ciudad.




Jotto saca unas coronas estonias, operación que tuvimos que hacer a menudo ya que la república ex-soviética tiene de barata lo mismo que el metro cuadrado en la calle Preciados. Cómo nos dolía la sangría monetaria...


Al día siguiente nos levantamos con el ánimo de dar una buena vuelta por la ciudad, en plan con tiempo, a las 12 y media, y porque nos despertó la recpecionista para que nos piráramos, esta vez con calma y paciencia, no como le pasó al Jottuel en su anterior visita a Estonia. La primera tontería la cometimos desayunando en un sitio que resultó ser pijo en un centro comercial de Estonia, ¿en que estaríamos pensando?, así que venga, de nuevo roto el presupuesto.




Desayuno capitalista en país ex-comunista




Casitas típicas del centro de Tallin, en la parte interna a la muralla, en la zona del albergue.




Lo que podría ser la plaza mayor de Tallin, donde habían puesto el manido mercado medieval que tanto se estila por Alcalá. Había un escenario en el que algo más tarde tocó un grupo que podría ser El Canto del Loco estonio, Jotto desplegó un breve baile en primera fila llevándose con ello la distracción moméntanea del cantante, quien no podría esperar algo así dado la frialdad reinante en el concierto, la gente dejaba un espacio entre el espacio y primera fila y bailar aunque fuera con la cabeza estaba terminantemente perdido.





Había que comprar el recuerdo típico, y la que se llevó el gato al agua o la pasta al bolsillo, fue esta señora, ¿por qué? por majeta, siendo como era, era imposible no comprarla a ella, además estoy seguro que habría sido igual de simpática si no la hubiéramos comprado nada. Me encanta esta foto, el colorido puesto y el detalle de Jotto en el espejo.




Una foto en una de las antiguas iglesias que hay por el centro de la ciudadela.




Alejándote del casco antiguo empezaban a verse barrios de aspecto más comunista, lo único que recuerda el pasado bajo el influjo de Moscú.


Después de todo el día de paseos arriba y abajo por las calles de la sucia Tallin había que conocer la noche del lugar. Pero no íbamos a hacerlo sólos, iba a formarse todo un equipo, un team por lo internacional del grupo. En el albergue conocimos a un italiano majete, Cristian, era un poco fantasma, pero se agradecía ya que la gente del báltico que habíamos visto por el viaje no era muy comunicativa. Resultaba que visitaba sólo la ciudad así que estaba predispuesto a venirse por nosotros. Luego cenando conocimos a un autraliano, el australiano era un rancio como veremos más tarde. Un rancio como todos los australianos, eso del surf y las mechas son mitos. Así que la noche empezo así, y empezó mal, porque, llegamos a un bar de corte mafioso, con pelea incluida, y donde podía haber gente durmiendo en la barra, no es coña, se respiraba tensión. Para animar al grupo me dio por invitar a una ronda de 3 jarras de cerveza para los 4, para todos. El concepto "para todos" el autraliano no lo entendía, se agenció una de las jarras para el solito. Además le daba por estar sentado y no hacer nada, en qué hora le convenceríamos para salir pensábamos Jotto y yo. Le estábamos empezando a odiar. Así que el equipo causó una baja y empezó a ser de 3 personas. Cambiamos a un bar que ya era mejor, y estaba bien, precios razonables y los éxitos musicales mundiales, y ambiente relajado. Allí, el italiano se dedicó a lo que Jotto y yo denominamos "deambuleo" y ya fuimos por nuestra cuenta. Al final la noche se desarrolló sin ataques mafiosos y todo fue bien, hasta conocimos un bar que estaba de putísima madre, era como un palacete con habitaciones grandes y muy buena música, sonando hasta reggae y drum n' bass, eso sí, si había un incendio en ese sitio palmábamos todos.

Al día siguiente prontito a coger el ferry de vuelta, y cómo no, lo perdimos. Venga, más horas muertas hasta el siguiente. Y aquí toca hablar del ferry. Entre todas las capitales del Báltico hay líneas de ferry, son muy populares, y es muy habitual que por ejemplo, los finlandeses pasen el finde en Tallin y de paso se traigan alcohol en abundancia, ya que es más barato. El perfil del viajero finlandés es el siguiente: pareja de 40-50 años, ropa gris/negra, carrito de compra lleno de cajas de cerveza o vodka. El barco es una horterada a gran escala: tiendas, restaurantes, pequeño casino, escenario musical, etc. En ese momento Jotto y yo odiábamos a Finlandia y sus habitantes y ya sabíamos que cargaríamos contra ellos en el blog.





Este hombre, animado por el alcohol o porque sí, se marcó delante del mundo un baile de unos 10-15 minutos sin exagerar. Sólo le "jaleaban" -unas palmas- un grupo de 3 señoras, el resto del respetable miraba impasible, no ponían malas caras ni les hacía gracia, sólo miraban. Él a lo suyo. No era un actor de la tripulación, palabra.


Bueno, después de ferry y tren, por fin llegamos a Tampere. La verdad que es más interesante que Helsinki. Allí que estuve en la residencia de nuestro amigo Joseja, en la resi hay muy buena gente y grandes personajes. En la noche pude ganarme el cariño de Grandetocho al darle unos consejos, me tomé esa libertad. En la resi lo impregna todo un gran ambiente de estudio y la fiesta se evita en la medida de lo posible. Pero lo mejor de esa residencia, es que pase alguien al lado y le oigas una puta frase que sólo podría decir Jotto, aunque ese alguien no hable español. Después de la paliza del viaje de vuelta, nos pegamos una buena sauna para recuperar un poco, pero oye, que no, que las saunas te dejan baldado, pero no, había que estar a tope y se salió. Y más a tope que nunca.




Hago acto de presencia en la exclusiva habita (con baño incluido) del Sr. Jotto en la residencia, representando Alcalá.

Después de la farra nos levantamos a la mil, y como anochece a las 3 de la tarde, pues nada, que no he visto Tampere de día. Hicimos una visita a Lapincari, otra residencia donde abundan colegas de Jottuel, allí hubo grandes anécdotas pero la mejor fue de camino a la resi. Un finlandés de mentalidad finlandesa estuvo a punto de atropellarnos, y no a puntito, sino a centímetros: íbamos andando por el medio de la carretera, y el pensó que como hacíamos mal pues que no estaba mal que ni frenara ni cambiara su trayectoria, pero un ágil salto hacia atrás evitó la tragedia, ni pitó, ni nos insultó, ni se inmutó, otro Iceman más. El domingo se me hizo corto, así que sin darme cuenta ya me estaba yendo, y como no podía ser de otra forma, con nieve.




Para más información: http://emitiendodesdetampere.blogspot.com

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Delicatessen berlinesa II

Otro día más en Berlín, y otro día en que las sábanas no entienden de salir a ver calles, lugares y gentes nuevas, las sábanas sólo quieren gente encima que les caliente, así que estábamos otro día más cerca de la tarde que de la madrugada en las calles de Berlín. Otro día más de cielo gris y bajo que hace que tengas que salir armado de besos, gorros y manos sin guantes en bolsillos ajenos. Otro día más en el que el tranvía ya se hace más familiar en su recto discurrir hacia Alexanderplatz por las grandes avenidas de corte comunista.




Nuestros destinos eran muchos para pocas horas pero por alguno había que empezar así que hicimos cola para entrar al Reichstag, ese centro de la política dedicado "al pueblo alemán".




Hasta en los países más ricos y civilizados sucede que allá donde hay algo gratis allá que va la gente en masa, pero la espera merece la pena por la serie de antiguas fotografías que cuentan la convulsa historia de este edificio inaugurado a finales del siglo XIX, por las vistas de la ciudad y por las dos espirales que suben y bajan sin cruzarse por la cara interna de la cúpula llena de espejos.



Aquí una de las fotos de la serie, en ella podemos ver un buen número de diputados nazis con sus ridículos uniformes y bigotes en sus sillones de diputados en el Reichstag, donde ya eran numerosos años de hacerse con el poder. Da que pensar...


Puede decirse que Berlín ha arriesgado al límite con la arquitectura, han puesto cosas descaradamente vanguardistas justo al lado de cosas antiguas pero creo que les ha salido bien la jugada. Un ejemplo es la cúpula de acero y espejos sobre el Reichstag.




Al salir seguimos paseando por Unter den Linden (ya no lo escribiré mal, tengo aquí delante una placa con el nombre de la avenida), por esta avenida siempre es agradable pasar tranquilamente una y otra vez. Por allí aguardan dos sencillos monumentos que no aparecerán como indispensables en las guías pero merecen un rato delante de ellos:


Madre con hijo soldado muerto. Me encanta la pequeña figura en un gran espacio vacío.




Aquí un niño le preguntaba a su madre qué eran esas librerías sin libros en el suelo, la madre le dijo que nada, sabiendo que era un homenaje a todos los libros que los nazis quemaron en esa plaza frente a la Biblioteca de la Universidad de Berlín.


Como el frío en Berlín se hacía insoportable decidimos viajar a Asia Menor, y por qué conformarse con ir ahora cuando podíamos regresar al pasado. Cruzamos la puerta del Pergamonmuseum y miré hacia otro lado cuando una lejana voz me pedía mi opinión sobre el expolio de Occidente a las viejas civilizaciones, y al mirar evasivamente hacia otro lado descubrí la majestuosidad del altar de Zeus, una grandiosidad inolvidable que arqueólogos alemanes habían llevado piedra a piedra hasta allí.



Las escaleras que suben hasta el Olimpo, para bajar y cruzar la puerta del mercado del Mileto que lleva hasta las puertas de Istar de la Babilonia de Nabuconodosor.


Al volver al siglo XXI alemán nos dimos cuenta de que, aparte de que era más frío, se había hecho el día, y es que todo el mundo sabe que las horas pasan mucho más rápido en el pasado que en el presente. Nos quedaban muchos lugares por tachar y uno de ellos era el histórico Checkpoint Charlie -uno de los cuatro puntos de acceso entre los dos Berlines divididos junto con el Alfa, el Bravo y el Delta-, y hacia allí que nos fuimos. El lugar está lleno de menciones y fotografías en memoria de los que intentaron o murieron en el intento de huir de la República Democrática Alemana comunista hacia el Berlín bajo control estadounidense, francés e inglés, el Berlín perteneciente a la República Federal Alemana, y es justo en ese momento cuando me pregunto sin sorna si hubo gente que quizá intento huir del Berlín capitalista hacia la República Democrática Alemana, si hubo gente que se las vió y se las deseó para cruzar el checkpoint Charlie desde el Berlín Oeste al Este, si hubo gente en el Berlín occidental que buscaba una vida mejor al otro lado del muro...






Al día siguiente, otro día más, llegó la agonía de la despedida. Tenía que decidir entre ir a visitar la mítica tienda de bicicletas Keirin, ver las piezas de admirados graffiteros en el East Side Gallery o ver a Nefertiti en el museo Egipcio. Al final el ángel de Nefertiti venció a los otros diablillos, que eran poco ante el magnetismo de la egipcia, si bien esos diablillos siguen pidiéndome que vuelva y tendré que hacerles caso.





Tras la hipnotizacíón del misterio egipcio pues había que irse por donde se vino. Y por volver al principio nos despedimos en la estación centra de Berlin, la Hauptbahnof; Adriana cogía allí su tren y yo mi bus al aeropuerto. Un gran cronista amigo mío dijo que se dice que no hay nada más triste que una estación de tren, y también dijo que se dice que todos llevamos una estación de tren dentro de nosotros, y no me quedaba más que darle la razón mientras Adriana sí se daba la vuelta para decirme adiós con la cara y con la mano, y allí la veía, pequeñita, yéndose hacia esa estación tan grande...qué pena tan grande, pensaba, flamenco, mientras sentía que ojalá volviera a sentir la tristeza de la despedida.


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Delicatessen berlinesa I

Después de la estancia en la ciudad de Brema, dejando atrás la cálida frialdad bremense (*) que allí encontré, Adriana y yo nos dirigimos a Berlín en, como no podía ser de otra forma, tren. Por cierto, que ya dije en la anterior entrada que el tren en Alemania está muy bien, pero que barato no es. Hicimos un cambio de tren en Hannover, y no lo perdimos pues yo qué sé por qué.


Aquí vemos un andén de la estación central de Berlín, la inauguraron justo para el mundial de 2006, la verdad que es bastante impresionante; el acero, y el cristal junto con el buen gusto pueden dar buenos resultados.


Una curiosidad: en Alemania se ve a menudo a gente bebiendo tercios de cerveza en el transporte público, no sé si estará prohibido el botellón (si no ya se encarga el tiempo de prohibirlo) pero beber cerveza parece que no, porque la gente -de todo tipo-lo hace bastante y abiertamente. Así que yo no fui menos y fui a por un par de Becks al vagón-cafetería (cómo me gusta lo de vagón-cafetería y el vagón-correo). Una pequeña anécdota que a Adri le gustará recordar: nos tocó sentarnos separados, y yo fui a pedirle al que estaba con Adri que me cambiara el sitio un poco bruscamente, bruscamente no en el sentido de malas formas sino en la máxima brevedad posible; sin darle tiempo a sentarse, y sin preámbulo ni explicación alguna le pedí que me cambiara el sitio. El tío aceptó murmurando no sé qué, y yo, agradecido, le di un pequeño apretón de hombro en plan "gracias, ,tío". Tampoco le gustó. Adri me cogió manía durante 10 minutos, pero se le pasó. Entre pasajeros, cervezas y bollería pues llegamos a Berlin Hauptbahnof, la estación central de Berlín.


Sabíamos que allí había como una oficina de turismo para sacarnos la tarjeta de transporte público para 4 días y la tarjeta de museos, ahora no me acuerdo de los precios pero la de transportes la amortizas pero de sobra porque el transporte es carísimo. En plan, un sencillo para una zona mínima 2,5 € y cosas así. El de los museos, creo que lo amorticé por un leurito con cero sesentaycinco, pero satisfecho quedé viendo los brutalísimos Museos de Pérgamo y Egipcio.Nos costó lo nuestro encontrarla así como la forma de salir de la estación con nuestros maletones hacia el Generator Hostel.


Aquí podemos ver cómo en el Generator rotulan el número de habitación bien grande para que no te cueste leerla si te has pasado con la Bekcs o la Berliner. Es la habitación del Shotta.

El Generator Hostel está bien, es un gran edificio de estilo comunista, con una salvajada de habitaciones, está bastante nuevo, y el precio para lo que uno busca y él ofrece pues no es abusivo. Tiene bastante oferta "festiva" (habría que verla también) pero ya que teníamos casi 3 días para ver Berlín pues a estar lo que había que estar. Está lleno de todo tipo de gente, abundando el joven "modenno". La verdad que una larga estancia allí tiene que dar para muchas cosas. En el poco tiempo que estuvimos por las zonas comunes, vimos sus borrachos, sus perdidos, su tío en bolas y toalla buscando el baño, su espléndida que desayuna en pijama, etc. Sus cositas, Sulamita.


Aquí alzo el puño como un comunista más en el monumento al Soldado soviético. No entiendo el criterio que se sigue para quitar unos viejos monumentos y otros no, yo los dejaba todos. Para hablar claro: el soldado alemán, que era nazi, pero alemán al fin y al cabo, hizo mucho daño por Europa, pero el soldado soviético hizo mucho daño hasta que llegó a Berlín desde Moscú, y siguió haciendo daño, porque además ya no hizo el camino de vuelta. Parafraseando al gran Ganda: "En un mundo en el que aún quedan fascistas y comunistas, bobos siguen preocupándose por listas"


En el largo camino (el resto de días, ya sin maletas, no se hizo tan largo) hasta el Generator pudimos ver lo típico del viernes noche de una metrópoli: los chavales borrachos en el intercambiador, la gente vestida para salir, etc.



Foto en el reloj del Alexanderplatz, al fondo puede verse el pirulí de Berlín, mola que está justo en el centro, imaginaos que el Pirulí de Madrid estuviera en Sol.


Al día siguiente nos propusimos levantarnos a las 8 para ser unos turistas de pro, pero al final, entre pitos y flautas, estábamos en la calle a las 12, y así todos los días. Eh, pero que no pasa nada, al final se ven las cosas, y además, antes de las 12 en Berlín hace mucho frío.Al lado del Generator pasaban 2 tranvías que nos llevaban al centro, a Alexanderplatz, así que ése era siempre nuestro punto de partida.


Adriana viendo por dónde podía ir bien seguir. Como veis, el mapa está al revés, como el libro de Bush el día del 11-S. Es coña, un cyberbesito. ojete flava.

Alexanderplatz es una gran plaza, un gran espacio vacío al más puro urbanismo comunista. Sale en varias películas de ahora ambientadas en Berlín. Adriana llevaba la voz cantante en la organización de los recorridos ya que ella habla alemán y ya había estado en Berlín, ella decidió el recorrido, pero yo quise poner mi granito de arena: una bici tándem.



Instantánea justo antes de que por posar para la foto estampara la bici contra el gentío que cruzaba el paso de cebra en Unter den Linden. Estaba flipado con la tándem, quería fotos.



Me encanta esta foto: se ve a Adriana con la pernera izquierda remangada como una biciclista pro, la gente en bici, al fondo la puerta de Brandenburgo.


La bici tándem era el caldo de cultivo perfecto para la bronquita, pero no, fue todo rodado, doblemente rodado. Fueron 4 horas de pedaleo en las que a alta velocidad de crucero nos dió tiempo a echar una primera visual general de Berlín: la torre de TV, el majestuoso paseo de Under den Linden, puerta de Brandenburgo, el parque
Tiergarten, la zona de las embajadas, Postdammerplatz, etc.


Monumento a la victoria, en el Tiergarten. Se nos pasó subir y nos perdimos dos cosas: unas buenas vistas, y un mensaje que Kike había dejado para la posteridad hace poco para los amigos.



El Berlín más americano en el sector americano, Postadammerplatz.



Cerca de la foto anterior han dejado unos cuantos trozos del muro, la gente escribe y tal, mucho español dejando chorradas como que éramos campeones de la eurocopa. El concejal de turismo de turno ha tenido una brillante idea y ha puesto a un soldado ficticio que te pone un visado en el pasaporte o algo así. Previo pago.

¿Dónde comimos? Justo el sábado ahora no me acuerdo exactamente, pero apostaría que fue en un Alex.


Foto desde el Alex en el Sony Center, un sitio que se han currado los japoneses, con sus pantallones, su escenario, su Museo del cine y de la televisión.


(*) Como pueden apreciar mi traductora favorita y mi apreciado filólogo he aprovechado sus enseñanzas de gente letrada. Voy a seguir preguntando, ¿qué opináis de la palabra "entrada" para ésto? ¿El equivalente en castellano de "post"?

martes, 11 de noviembre de 2008

Cálida frialdad bremense (*)




"Arquitectura del Norte de Europa"

Mi llegada a esta hanseática ciudad del norte de Alemania se produjo en el ejemplar sistema ferroviario alemán. A diferencia del sistema radial español, donde todo parte de Madrid (a mí no me importa, pero y la gente de Zamora, La Rioja o Teruel, ¿qué?), en Alemania parece que todas las ciudades más o menos importantes están conectadas en tren cada poco tiempo (más adelante contaré anécdotas varias en trenes alemanes).


Durante todo el trayecto pude ver frondosos bosques a ambos lados de la vía. Y aquí me vino otra comparación a la cabeza. En España nos quejamos de los seco y amarillo que está todo, pero, oye, en cuanto llueve un poco nos cagamos en todo. Así que todo no se puede. Más allá de los Pirineos está todo verde pues porque llueve a menudo y porque no brilla el Sol para secar la bonita vegetación. Bueno, aproximándome a la ansiada "Hauptbahnof" vi unos edificios abandonados con unos murales bastante serios que desgraciadamente no me dió tiempo a fotografiar. Hay que comentar que el nivel de graffiti es bastante alto, al contrario que en Bélgica y Holanda.




"Paint wars, style wars."


Después de un primer recibiento agridulce ;-) por parte de mi auxiliar de conversación favorita, Adriana se fumó su piti de rigor (sé que tu madre lee el blog, toma, por cierto, me consta que más de una madre de amigo se mete de vez en cuando por aquí, no hagáis caso de todo lo que digo) y nos fuimos a su casa.




"Adriana, como una ciudadana más, dirigiéndose a casa, revisando su cuenta en el Deutsche Bank, haciendo su pequeña compra diaria, comprando su bonobús...y con coleta, ;-)"




"La catedral de Bremen al fondo, bicis y una simpática bola del mundo"


Su casa y sus compañeras de piso son una fuente de anécdotas y curiosidades del costumbrismo alemán. Adriana tiene un fotolog -http://www.fotolog.com/madrix- donde nos cuenta de su vida allí (recordad, ahora que Facebook está tan de moda, que Fotolog fue el pionero) pero aprovecho esta entrada para ir comentando algo: nuestro modelo de bloque de varios pisos con 4 puertas por piso no se trabaja en Alemania, allí es más normal un portal de 3 ó 4 alturas con una sóla casa. La reja y la puerta mínimamente blindada tampoco se viene trabajando, no debe haber muchos cacos. Por otra parte, se paga por aparcar en tu propia calle, Gallardón no ha copiado el carril-bici alemán pero lo de pagar por aparcar sí. No siguen el método más agradable para limpiar los platos. Gustan de añadir todo tipo de aditivos y salsas a la comida, ¿por qué limitarse a echar sal, vinagre y aceite a la ensalada cuando puedes además añadir salsa tártara, aliño especial y curry?





"La clásica foto de turista con los 4 trotamúsicos de Bremen, yo prefería los dibujos al libro"





"Adriana instantes antes de que fuera casi atropellada por el tranvía 3 si no llega a ser porque la aparto de un suave empujón a la par que realizo un mortal hacia atrás para evitar cualquier contacto con el tranvía"


Bremen es una ciudad agradable -si te olvidas del friaco, como Burgos-, una urbe histórica e importante sin llegar a ser excesivamente grande, con todas las ventajas que ello conlleva: tiene una gran centro histórico peatonal, digno de recorrer, y para despistar al frío pues tiene sus tiendas y sus restaurantes, como puede ser la cadena de Alex, un restaurante estilo Vip's donde a Adriana y a mí deberían hacernos un descuento a partir de ahora.




"Formas de plantearte una foto tomando un café en Alex I"





"Formas de plantearte una foto tomando un café en Alex II"


De todo el centro monumental lo más destacable es un pequeño casco antiguo del siglo XIV, de la época en la que Bremen gozaba de su máximo esplendor gracias al comercio de la Liga Hanseática, son calles angostas y medievales, pero medievales no de palo en plan el mercado medieval de Alcalá o las bodas medievales de Loeches, la siguiente foto, lo demuestra:


sábado, 8 de noviembre de 2008

Civismo holandés II

A este segundo viaje a Holanda (me parece que ha pasado un mundo pero fue el lunes de la semana pasada) se le añadió una especia fuera de lo común, algo para dar más sabor. Justo el día que me iba me dicen que no va poder irme a buscar nadie en Holanda, que me tengo que alquilar un coche. A mí no me mola la idea ya que no conduzco habitualmente coche y nunca había alquilado coche antes, pero externamente disimulo y con toda la posible firmeza que mi voz pudiera tener digo que vale, pero qué como llego hasta el sitio en cuestión. Me dicen que nada, que me imprimo la ruta de la Vía Michelín o el Google Maps y que tirando. Tres hojitas con desvíos, incorporaciones, desvíos a la derecha y demás.


En el avión me digo que bueno que no será tan difícil, que me lo voy mirando y que se me queda, pero a medida que queda menos para llegar a Bruselas pues que me empieza a parecer más liosa la ruta que me he imprimido. Cuando estoy en la cola de la oficina de los coches de alquiler ya empiezo a visualizar que me pierdo, y que tengo que llamar en plan ayudadme, estoy en París, no sé cómo he llegado hasta aquí. Así que cuando veo que por 12 euros más te dan GPS respiro tranquilo y lo veo todo más claro y me olvido de mí mismo a 50 por hora, con la luz de dentro del coche encendida y mirando la ruta, y cagándome encima una vez me hubiera equivocado de salida. La segunda pequeña alegría me la dan cuando me dicen que ya no quedan coches pequeños y, qué putada, me tienen que dar un BMW 320.


Al principio no me hacía al coche ni al GPS, pero en cuanto me relaje un poco, paré a comprarme comida, me puse mi música, y hala a disfrutar de los 120 km que me quedaban hasta Maastricht.




Maastricht es una pequeña ciudad, de esa belleza tan característica de los pueblos de Flandes y Holanda: con sus canales y ríos navegables (el río Mosa en su caso), su gente en bici, su centro peatonal, sus casas de baja altura, su planicie y demás.





Y, cómo no, esta ciudad está llena de bicicletas en todas sus variantes:



Este ciclista nos comenta que "todos los polis son bastardos".




Este otro lleva de todo en la bici, podría ser uno de los muchos bicimensajeros que se ven.





Y, ¿éste?, el mejor, lleva una bici reclinable, esas bicis pueden verse más por Holanda, son bicis en las que vas tumbado y pedaleas con las piernas paralelas al suelo. Pues ésta con cabina y todo para ir protegido.

viernes, 31 de octubre de 2008

Civismo holandés I


Imagen de Maastricht: gente en bici, puente levadizo debido a su río navegable, iglesias puntiagudas, etc



Mis dos últimos dos viajes han sido al mismo lugar: Maastricht, una pequeña ciudad en el extremo sur de Holanda, con las fronteras belga y alemana a pocos kilómetros. Profesionalmente, las dos visitas han sido totalmente opuestas, se ha pasado del odio al amor. La semana pasada la máquina no valía y esta semana es una sistema cojonudo. Como dice Antonio, cuando todo va bien "you are the master", "thank you very much, good job" pero cuando va mal "go away!!!".


(aquí estoy con la gente que trabajé allí, justo antes de irme, cuando todo salió bien, a ver si llega a salir mal si se ponen para la foto)

Independientemente de todo esto, estos viajes me han traído muchos recuerdos cinematográficos. El primero de todos es el personaje bipolar de Edward Norton en "El club de la lucha", con esto no quiero decir que vaya a fundar un club de la lucha ni que esté preparando la revolución con el proyecto Mayhem, pero últimamente estoy cogiendo tal número de aviones que me vienen sensaciones parecidas a las que el personaje muestra al principio de la película.


(foto esperando en la T-4)


Por otro lado, supongo que recordaréis la escena del comienzo de "Pulp Fiction" entre los dos gangster -gansta- interpretados por Samuel L. Jackson (la L. es muy importante) y John Travolta. En ella, uno comenta que acaba de llegar de Europa y que se ha sorprendido por los detalles de las pequeñas diferencias y las costumbres. Habla, entre otras cosas, de Amsterdam y de que "a los holandeses echan mayonesa a las patatas fritas, las bañan en esa mierda". Pues ésto me ha venido a menudo a la mente porque en Maastricht cuando pides un plato te traen aparte un cucurucho de patatas fritas -pommes frites- con un poco de mayonesa.

La última referencia es "Snatch, cerdos y diamantes". Resulta que mi trabajo en estas dos semanas ha sido el de levantas unas casas prefabricadas para su traslado. ¿Y por qué querían trasladarlas? Porque era un poblado ilegal. Algo que nos suena en España, en Madrid especialmente. Pero Holanda tiene un alto nivel social y por tanto también sus poblados marginales lo tienen, y allí no son de chabolas sino de casas prefabricadas de tamaño considerable.



Pero los paralelismos con este tipo de urbanismo en España se cumplen: en medio de la nada, coches caros, chavales que no van al colegio, negocios oscuros, etc. Peeeero... quienes habitan estos lugares marcan la diferencia y aquí es donde "Snatch" entra en acción. No hay racismo en mis palabras si digo que la mayoría de la gente de estos poblados en España son gitanos, es la realidad. En cambio los de Maastricht no lo eran. En "Snatch", el Turco -Jason Statham- y su fiel compañero van a comprar una caravana a un, según el doblaje, "campamento de tirados". En el original dicen "pikeys campsite"; no sé qué es "pikey" pero sé qe gitano es "gipsy" así que no querrían decir gitanos (espero que alguna experta en traducción pueda arrojar luz sobre este asunto). Bueno, pues que el tipo de gente de este particular barrio de Maastricht recordaba a la peña de Brad Pitt en "Snatch".



Próximamente, escribiré de Hamburgo, Bremen -donde ya me encuentro- y Berlín.

También próximamente me gustaría hablar de las diferencias que empiezo a encontrar entre España y nuestros diferentes y más alejados de lo que creemos vecinos del Norte. Con lo que me cuentan Jotto y Adriana y lo que vivo yo en estas pequeñas estancias creo que tengo conocimiento de causa.